La dicha en el crimen

Además Guionista

SECUENCIA 18. SALA DE ESGRIMA INT/DÍA

Hauteclaire con la máscara en el rostro se dirige al fondo de la sala para descolgar su espada en el armero. Vemos al Conde S. de pie en el centro de la sala, el cuerpo girado hacia ella.
Hauteclaire vuelve hacia el centro de la sala con paso seguro y lento: pese a la austeridad de su caminar, alguna feminidad no controlada se desprende de éste, una majestad y flexibilidad en los riñones que recuerda al andar aterciopelado de los felinos.
Se dirige hacia el Conde de S., pero inesperadamente, empieza finalmente la clase con el alumno que se encuentra pegado al él: después del ritual cruce de espadas, ensaya con él unos movimientos que le hace repetir: con un sólo gesto de la cabeza, le indica por donde falla, todo ello sin decir palabra.
El siguiente que le toca ya es el Conde de S. que ha disimulado con dificultad su impaciencia.
Hauteclaire se inmoviliza un momento ante él, como si se mirasen a través de las máscaras, pero antes de darle tiempo a reaccionar, y pasando de alto el gesto ritual del cruce de espadas, da el primer asalto. El Conde contraataca en seguida, como si su mismo honor estuviera en juego.
Escuchamos la conversación entre dos jóvenes nobles observándoles:

HOMBRE 1:
Desde luego parece que el Conde ha encontrado con el joven maestro, un rival a su gusto

HOMBRE.2:
Miradles: tienen mucho estilo cruzando,

HOMBRE 1:
Yo diría más bien, en el arte del esquivo

HOMBRE.2:
No sé quién supera a quién, pero qué duelo más hermoso…

HOMBRE 1:
Sí, un duelo de una belleza singular…

La dicha en el crimen